Definimos la tarea de la detección de gases o monitoreo como la vigilancia del riesgo permanente en un ambiente de trabajo. Cuando el riesgo es permanente, la ocurrencia de un evento que pone en peligro la salud e incluso la vida de un trabajador es impredecible; por ello, es importante contar con equipos detectores que permitan alertar a tiempo de la presencia de gases en un lugar de trabajo donde el riesgo siempre está presente.
Principalmente, debemos considerar tres tipos de gases:
Gases combustibles: gases o vapores debido a fugas o fallas en procesos industriales, donde existe el riesgo de explosión con potencial daño al trabajador e instalaciones. Ejemplos: Metano, propano, hidrógeno, butano.
Oxígeno: El aire ambiente contiene 20.8% Vol. Podemos identificar dos posibles escenarios donde los riesgos para el trabajador e instalaciones se hacen presente:
- <19.5%: Deficiencia de oxígeno (Riesgo de asfixia)
- >22.0%: Enriquecimiento de oxígeno (Riesgo de inflamabilidad)
Gases Tóxicos: son aquellos capaces de causar daño a los tejidos, sistema nervioso central, una enfermedad grave o, en casos extremos, la muerte, cuando son inhalados, ingeridos o absorbidos a través de la piel u ojos (riesgo de intoxicación). La concentración requerida para producir los efectos mencionados varía dependiendo de su naturaleza y el tiempo de exposición a cada uno de ellos. Ejemplos: Monóxido de carbono, sulfuro de hidrógeno, dióxido de azufre, amoniaco, cloro.
Podemos concluir que la tarea de monitoreo es muy importante en lugares de trabajo donde existan fuentes de gases o se produzcan como resultado de procesos productivos, o aquellos donde no la ventilación natural sea deficiente. Igual de importante es contar con equipos que permitan detectar de manera rápida y con mediciones confiables.